PARQUE 20 DE FEBRERO. Escenario de la batalla de Salta
En el mismo lugar donde se llevó a cabo una de las batallas
más importantes por la emancipación del norte argentino, encontramos el Gran Monumento de la denominada
Batalla de Salta, también conocido como Monumento 20 de febrero, por ser la
fecha en que se conmemora la victoriosa acción de armas del Gral. Manuel
Belgrano en 1813.
En
1901 se tomó la decisión de erigir un Monumento que recuerde la gran batalla,
eligiendo el boceto de Torcuato Tasso y
con la ayuda de Lola Mora para modelar la fundición de los bajo relieves y de
las estatuas. La participación de estos escultores marca a las claras la
importancia del monumento que se quería fundar. La realización de la obra que tardó
9 años, se logro construir con fondos provenientes del gobierno municipal y
aportes del gobierno provincial. Fue finalmente inaugurada el 25 de mayo de
1913. La misma se emplazó en una rotonda central y a su alrededor se
anexaron
plazoletas que simbolizan las fuerzas armadas y de seguridad. Hoy la remozada avenida
Sarmiento con una iluminación colonial y un cantero lleno de esculturas y
flores desemboca en este monumento dándole un merecido realce a esta descomunal
obra.
Es interesante analizar este tipo de obras escultórica de
aquellos años, porque no solo se trata de un descomunal monumento, sino porque
estas obras están llenas de simbolismo históricos. En nuestro caso particular el bello conjunto escultórico tiene símbolos
que representan las virtudes de los
líderes criollos a través de cuatro
alegorías representadas con figuras femeninas: la fortaleza, la templanza, la
justicia y la prudencia; bordeadas
de cóndores, que hacen alusión al valor
de los héroes que los encabezaron; los leones, como guardianes de nuestro Himno
Nacional, y en la cúspide la imagen de la Libertad, para algunos autores, o la
Victoria, para otros, sintetizando los ideales de Mayo por sobre el deseo de
hacer perdurar la dependencia por parte de los realistas. En su cúspide
aparecen las estatuas que representan las figuras del General Manuel Belgrano,
y quienes lo acompañaron delante de las distintas filas: el Mayor General Eustaquio Díaz Vélez, el teniente Coronel Cornelio Zelaya y el Coronel Manuel Dorrego por el ala derecha con sus "cazadores". Para la generalidad de la población el 20 de febrero no significaba nada en particular. Sólo los salteños recordaban la fecha y la tenían como asueto provincial. En el 2013 al cumplirse el Bicentenario de la Batalla de Salta, se incorporó al calendario de feriados nacionales, aunque fuera del año lectivo por lo que siguió silenciada en su importancia.
Cuenta la historia
que luego del glorioso hecho de armas cumplido victoriosamente por los
patriotas en Tucumán, Belgrano se abocó a la reorganización, instrucción y
reclutamiento de nuevos efectivos, para mejorar la situación de su ejército a
través de cuatro meses de intensa labor en Tucumán. El 12 de enero de 1813
inició la marcha del Ejército Patriota hacia Salta y el 13 de febrero Belgrano
decide hacer jurar fidelidad a la Asamblea del Año XIII frente a la bandera
creada en Rosario, acto que se desarrolló en el río Pasaje y, que tras ese
momento pasó a llamarse Juramento. El general realista Pío
Tristán con casi
cuatro mil hombres, espera en Salta a Manuel Belgrano. Los patriotas amagan
atacar por el este, pero luego de una azarosa marcha por Chachapoyas,
conducidos por uno de los mejores asesores de Belgrano, José Apolinario
“Chocolate” Saravia, aparecen por el norte aislando de esta manera a Tristán de
sus bases.
El 20 de febrero de 1813 obtuvo la rendición de Tristán en
la Batalla de Salta. El general realista pidió la capitulación en momentos en
que Belgrano se proponía ordenar el asalto final, y los casi seiscientos
muertos de ambos bandos fueron enterrados en una fosa común, bajo
la cruz que
Belgrano hizo colocar con la leyenda“A los Vencedores y Vencidos”.
Este gesto habla de la grandeza de ese refinado abogado devenido en general del ejercito.
El ejército realista dejó en el campo cuatrocientos ochenta
y un muertos, ciento catorce heridos, diecisiete jefes y oficiales prisioneros,
dos mil setecientos sesenta y seis rendidos, entre ellos cinco altos oficiales
y tres de menor rango; diez cañones, y dos mil ciento ochenta fusiles. Mientras
que el ejército de Belgrano dejó ciento trece muertos y cuatrocientos treinta y
tres heridos.
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