sábado, 8 de agosto de 2015

BODEGON EL OBRERO, La perla del Barrio Boquense BUENOS AIRES




RESTO EL OBRERO, La perla del barrio Boquense   
  Lo encontré de casualidad en la calle  Agustín R.Caffarena 64 en un rincón del Barrio de la Boca. Fundado alla por 1954 por unos inmigrantes asturianos, como una fonda de puerto, y por cierto ni su fisonomía ni su escencia ha cambiado.
Es un lugar cargado de recuerdo con una comida Porteña como lo suelen promocionar y un trato amable su actuales dueños herederos de la tradición de sus padres han sabido mantener ese espíritu de las fondas portuarias. Hoy es otro su tiempo histórico y es visitado por turistas de todas las nacionalidades y famosas personalidades que dejan su recuerdo en las fotos que cuelgan de la pared junto a cientos de adornos.
El trato es cordial y amistoso, tal vez esa sea su secreto frente a

una cocina simple gustosa y económica. Lejos quedo aquella fonda de trabajadores portuarios, malevos y borrachos peleadores, hoy es la estrella de los bodegones que gustosos visitan los turistas y los locales que quieren vivir una experiencia histórica.
Nora Godoy realizó en el 2011 una interesante nota periodística donde describe con gran maestría la esencia de esta fonda resto.y que dice lo siguiente
“Era una fonda de puerto para
gente de trabajo, de esas en que una discusión de fútbol o de juego termina a las trompadas. Lo abrieron dos hermanos asturianos en 1954 , en un local del barrio de La Boca que desde 1910 había sido un despacho de bebidas. Pero los ecos de las peleas se apagaron hace tiempo y ahora El Obrero es el restaurante que eligen los famosos cuando quieren conocer un auténtico bodegón porteño. Como Bono, que en 1998 fue y disfrutó de un lomo
con panaché de verduras empujado por un buen vino tinto.
“Dicen que ahora que está en el país quiere volver, pero no sé si podrá. Debe tener una agenda complicada. Cuando estuvo en 1998 hizo un brindis en irlandés con todos, hasta con la cocinera”, cuenta Juan Carlos Castro.
Juan Carlos es uno de los tres hijos de Marcelino Castro, que fundó El Obrero junto a su hermano Francisco cuando en La
Boca no había turistas ni famosos , sino trabajadores del puerto, frigoríficos y fábricas, como la de Ford. En esos tiempos servían tres platos, siempre comida de cacerola como estofado, fideos o sopa. De hecho, la sopa del día sigue en el menú, y servida con cucharón desde una vieja sopera.
“El ambiente era sumamente machista –dice Juan Carlos–. La mayoría eran inmigrantes que tomaban y jugaban a las cartas por plata.
Mi papá le pegó a más de uno . En la época de Perón un tipo dijo ‘soy peronista’ y no quiso pagar el vino. Mi viejo lo sacó a los sopapos. Con tres hijos para alimentar, ¡mirá que no iba a cobrarle el vino!”.
A principios de los 80, el ambiente cambió. “Se acabaron las cartas y mi madre vino a trabajar al local –recuerda el hijo de Marcelino–. Me acuerdo cuando mi papá agarró un maso de cartas de una
mesa, lo tiró al piso y dijo ‘acá no se juega’ más. Entonces empezaron a venir familias ”.
Mientras Buenos Aires perdía muchos de sus lugares tradicionales, El Obrero hoy sigue fiel a su esencia, con su mostrador de estaño, las mesas de madera y una carta escrita en varias pizarras. Ya no hay peleas, pero el bodegón sirve comida incluso hasta la 1.30 de la madrugada.
Su autenticidad atrajo al
turismo y, también, a varias estrellas internacionales, que se animan a adentrarse hasta el número 64 de la calle Caffarena. “¿Qué tendrán en común Susan Sarandon, el líder de U2, Maradona y una legión de famosos, como Manu Chao, Robert Duvall y Francis Ford Coppola? Todos han comido en El Obrero, pequeño restaurant en una barriada pobre de La Boca, Santo Grial de los entendidos en bifes”, afirma un artículo publicado en el diario inglés The Guardian.
“Maradona nunca vino –corrige
Juan Carlos–. Pero sí Claudio Caniggia, Carlos Bianchi, Luciano Benetton, Gustavo Cerati y Soledad Silveyra. También Tommy Lee Jones, que tiene haras en Lobos y una vuelta vino dos veces desde allá en la misma semana. Acá no le regalamos nada a nadie, pero vienen por la trayectoria y por la calidad de la comida , que se mantiene porque tenemos los mismos proveedores desde hace años. Además, acá la gente no los molesta, más allá de un saludo”.
A pesar de la fama, en El Obrero aseguran que no están enfocados
en el turismo. Los platos que anuncian las pizarras son simples y a buenos precios: fideos, rabas, brótola al roquefort , tortilla a la española . El flan sale $ 13 y el pavé de vainillas, $ 17. Este último es el postre característico de la casa y a sus 69 años todavía lo prepara doña Lidia, la esposa de Marcelino, que ahora tiene 79 y está alejado del negocio. El pavé reúne vainillas, leche condensada, crema y moscato. Juan Carlos –continuador del local junto a sus hermanos Silvia y Pablo, se ufana: “Acá no hay recetas ni chef”. Y la gente, vuelve.” Habra que volver aunque los precios se los llevo la inflación……..Arturo


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