SARMIENTO EL PRIMER ROMÁNTICO ARGENTINO
Para enamorarse no hay edad. Una historia de amor y pasión , un historia prohibida, intensa, con muchos periodos de ausencias , y un mandato que nunca pudieron superar sus protagonistas , el intenso Amor y la Soledad de su destino final.
Para enamorarse no hay edad. Una historia de amor y pasión , un historia prohibida, intensa, con muchos periodos de ausencias , y un mandato que nunca pudieron superar sus protagonistas , el intenso Amor y la Soledad de su destino final.
Sarmiento tenía una gran debilidad por las mujeres, pero también
tenía una alta consideración y respeto por ellas. Lo que se puede apreciar del análisis de sus comunicaciones
epistolares. Hay mucho para analizar de un prócer que vivió su tiempo con un
pensamiento 100 años adelantado a su época, y que todo sus actos están condicionados
por sus amores, y por su gran pasión por su tarea política
Sarmiento , consideraba que la supuesta superioridad del
hombre sobre la mujer se «debe a la educación», o sea, es cultural, no natural.
Si se cambia la educación colonial, programada para someterla, ella se
encargará de reconfigurar las costumbres de la nueva nación. La mujer, «dulce
compañera», no tiene por qué continuar distante e inferior al hombre: «No: la
mujer está destinada en este siglo de nivelación, a su verdadera condición
social. Su tarea es grande y noble, y lo que es más, su mejor éxito depende de
la mujer misma». Cuando nutra a sus hijos con la verdad, arrancará de raíz toda
posibilidad de tiranía.
Siempre puso a la mujer en la cima de sus
pensamientos más nobles y hay muchas documentaciones históricas y anécdotas que
lo pintan como tal. En una oportunidad su mujer lo sorprende en una relación oculta
y los hecha de su propia casa, a lo que Sarmiento recompone la relación dejándole
una nota antes de irse, diciendo No se señora que quiere mas de mi, si muchas
mujeres han tenido mi cuerpo , pero ninguna ha sido depositaria de mi corazón ,
que se lo he entregado enteramente a usted. Como se ve en una situación emocional
comprometida el responde con un actitud romántica.
Sarmiento tuvo mucho amores en su vida, y muchos de ellos prohibidos, todos vividos con una gran pasión inicial,
pero hay una en particular y es el amor que
y con Aurelia la hija de su amigo Vélez
Sarsfield que siendo 25 años menor que el, fue su amante mas apasionada durante
mas de 30 años.
Mónica Martin, realizó para el bicentenario Sarmientino,(2011)
una nota editorial en el Diario de Cuyo,
la que describe de una manera magistral lo que fue este amor entre Sarmiento y
la bella Aurelia Velez Sarsfield, el gran amor de su vida. Nota que transcribo
a continuación porque es una rigurosa y bien lograda síntesis………………ARTURO
"Venga, juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la
vida, con su látigo cuando castiga, con sus laureles cuando premia",
escribió Domingo Faustino Sarmiento un
día de julio de 1888, dos meses antes de su muerte, mientras estaba en
Paraguay. La carta no tenía destinatario, pero años más tarde, su nieto Augusto
aseguraría que fue dirigida a Aurelia Vélez Sarsfield, la mujer que amó durante
más de tres décadas. Fue esta la última carta de amor que le escribió y ella
respondió a su pedido desesperado. Viajó a verlo, pero volvió a Buenos Aires 11
días antes de la muerte de Sarmiento.
La última carta fue
como un cuento para niños. Sarmiento se dirigió a su amada como si él fuese
un príncipe encantado y ella, la Bella Durmiente. Para Juan Mariel Erostarbe,
que se dedicó a estudiar la correspondencia sarmientina, este recurso literario
tuvo una razón de ser. "Los nombres de Aurelia y Sarmiento están
trastocados por el príncipe Charmant y Belle Au Bois Dormant. Ella, la Bella
Durmiente, simboliza el letargo, el retraso de que esa unión entre ambos se
pudiera concretar. También implica la imagen de espera y de la unión",
dijo Mariel. En esta carta, además de la faceta romántica, hay una súplica por
parte de Sarmiento. "Díjome Ud. que vendría de buena gana al Paraguay. Créole con
placer aunque no fuese más que como las promesas de las madres, o de los que
cuidan enfermos, es decir que sí cuando alguna vislumbre de alegría pasa por su
cabeza", continuó escribiendo. Aurelia viajó a Paraguay en agosto
de 1888 pero sólo se quedó hasta fin de ese mes y no vio morir al hombre que
amó durante 30 años.
Aurelia era la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, uno de los
mejores amigos de Sarmiento y tenía 25 años menos. Sarmiento la conoció cuando
ella era una niña. Su relación fue polémica porque se dio cuando ambos estaban
casados. Las cartas que se escribieron fueron motivo de discordias familiares.
En una oportunidad Benita Pastoriza, la esposa de Sarmiento, interceptó una
carta que éste le había escrito a Aurelia y fue cuando se separaron
definitivamente. Mientras que hay historiadores que afirman que Aurelia se
separó de su esposo en 1853, por Sarmiento.
Aún así, fueron pocas las veces que pudieron estar juntos.
"A Sarmiento siempre lo acompañó el viajero eterno, hasta el final. En
esta carta escribe, como en tantas otras, para suplir la carencia de
contacto", explicó Mariel.
Pero su relación no se limitó a las palabras escritas ni a las declaraciones
platónicas. En 1861, Aurelia le escribió a Sarmiento:
"Te amo con toda la timidez
de una niña y con toda la pasión de una mujer. Te amo como no he amado nunca,
como no creí que era posible amar", a lo que él le respondió "Mi vida
futura está basada exclusivamente sobre tu solemne promesa de amarme y
pertenecerme a despecho de todos, y yo agrego, a pesar de mi ausencia, aunque
se prolongue, a pesar de la falta de cartas cuando no las recibas".
Fueron innumerables las cartas que hubo entre ellos, durante
30 años. Pero la última, hizo que la mujer accediera al pedido de su enamorado
de ir a verlo al país donde intentaba recomponerse de su enfermedad. Aurelia
fue a Paraguay y alcanzó a ver la casa que Sarmiento estaba edificando, pero
nunca quedó claro por qué volvió a Buenos Aires tan pronto. Fue la primera en
enterarse, en Buenos Aires, de la muerte de su amado, y fue quien avisó a la
prensa. Tras la muerte de Sarmiento, Aurelia se fue a Europa y volvió al país
una década después. Murió sola y rica, un 6 de diciembre de 1924, después de
haber visto más de una estatua de bronce inmortalizando al hombre que amó
durante casi toda su vida.
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