miércoles, 4 de junio de 2014

LAS MINAS DE HUALILAN,,,Leyenda y realidad de la mina de oro

LAS MINAS DE HUALILAN…Un legado histórico de los INCAS
Las minas de Hualilan (Palabra que significa TIERRA DE ORO), fueron conocidas y explotadas por el imperio INCA, luego vinieron los Ingleses y la fiebre del oro del momento fueron el motor de la creación de esta mina donde el laboreo minero era manual casi sin tecnología, y los trabajos eran tareas penosas.  Corria  el año 1872 y se iniciaba la explotación, en medio del desierto, en el medio de la nada, la cárcel y el oro eran aliados, el laboreo era un trabajo de presos. Los
restos del establecimiento y del acueducto que han logrado sobrevivir a la destrucción del tiempo y los saqueos, aun impresionan y aparecen en medio del valle de Hualilan como el Arca perdida.            Pude visitarla y llegar hasta la entrada a la mina, también sobre el piso se encuentran miles de testigos partidos y las cajas de los mismos, restos de la ultimas explotaciones. El lugar que fue un sitio de sufrimiento y muerte, hoy es una ruina que  impresiona y se
muestra como un lugar atrayente lleno de leyendas. Lo cierto que hoy las ruinas fueron declaradas Patrimonio Cultural y Natural de San Juan por Ley Provincial 7.384
La minería era una de las labores más importantes antes del siglo XIX en San Juan. El aborigen de la zona no dispuso de agua necesaria para la separación del oro, no empleaban la técnica de la amalgamación (usaban el mercurio), y debían operar con las llamas como animal de carga para el trasporte del metal. Se encuentran en
el lugar restos de un pozo que permitía extraer agua, habitaciones picardas de sección circular, proliferan relaves y marayes de antigua operación de molienda y selección, una construcción que aparenta ser una antigua capilla española, el viejo cementerio de la mina y la cárcel. Se ha hallado cerámica indígena en los blanquitos, estas estructuras permiten la posibilidad de que estén vinculadas con la explotación prehispánica o hispánica temprana de las minas de
Hualilán, lo que extendería en varios siglos la reconstrucción de la historia de los emprendimientos mineros de esta zona.         
 La actividad minero extractiva arranca casi con la historia de San Juan, las referencias dicen que la presencia del español se vincularía con aquellas noticias que los aborígenes habrían llevado al otro lado de Los Andes.  Luego, con la presencia de los ingleses, la extracción se hizo viable con el agua del subsuelo que bombeada, y
satisfizo los requerimientos mineros, como también ordenó las labores, adoptaron ciertas normas de seguridad y mejoraron los métodos de explotación. Luego de la paralización de los trabajos por parte de los ingleses, llega un período en el que gran parte de los elementos son retirados por seres ajenos que le dan destinos diferentes. Actualmente, luego de un proceso de zoneamiento puede decirse que las reservas de oro serían muy bajas y en profundidad el cambio mineralógico operado indicaría que estaríamos frente a un yacimiento de cinc. ARTURO.

Gustavo Martínez Quiroga Periodista de  Canal 5 hace una minuciosa descripción del lugar  que transcribo a continuación por la precisión de su relato. Gustavo dice : Las ruinas de Hualilán, en medio de la nada, cubiertas por un silencio ensordecedor y envueltas en antiquísimas leyendas que aseguran que aquí está el oro al alcance de la mano, siguen en pie, desafiando el tiempo y extasiando a sus visitantes que se ven transportados a la época
incaica, o al siglo 18 o 19, de donde datan estas ruinas, cuando criollos e ingleses sobrevivían con mucho sacrificio,(mas los primeros que los segundos) sin agua suficiente y soportando las intensas inclemencias climáticas, alimentados con la sola promesa del metal dorado. La palabra Hualilán, que en lengua aborigen significa  “tierra de oro”, da cuenta del conocimiento que tenían los primeros habitantes de estas tierras sobre los minerales auríferos de la zona, ubicada en Ullum, al
Noroeste de la ciudad de San Juan y al oeste del Valle de Hualilán propiamente dicho.Se trata de una cuenca de gran extensión, sin desagüe  y cuya parte más deprimida es la Pampa de los Avestruces, cerca de La Ciénaga. La ruta provincial 436 que une la capital provincial con el departamento Iglesia cruza todo el valle en sentido longitudinal y pasa a pocos metros de las ruinas mineras, a 1760 metros sobre el nivel del mar, cuyas chimeneas pueden divisarse claramente desde el camino.
El oro de Hualilán ya habría sido explotado para el imperio Inca, pero la historia más reciente se inicia cuando una compañía inglesa, que había trabajado en la región minera de El Tontal y El Castaño, aumenta su capital y comienza labores en éste yacimiento en el año 1872. Al principio se trabajó con éxito hasta que el mineral cambió de carácter y se generaron muchas dificultades para la extracción del oro, que hicieron que la compañía tenga que abandonar los trabajos.
Tres años más tarde, en 1875, otra compañía inglesa llamada paradójicamente “La Argentina”, reanudó las labores: instaló dos hornos de tostación con capacidad para 80 toneladas diarias y con el trabajo de 124 mineros criollos y 35 ingleses hizo un total de 31 excavaciones. Pero la empresa no logró extraer más de 0,75 onzas (aprox. 21 gr) por tonelada. Además del bajo rendimiento, la extracción de agua subterránea y el transporte en caminos casi inexistentes se
transformaban en verdaderos problemas para la continuidad del emprendimiento. Desanimados los inversores, abandonaron definitivamente la mina. En verdad, la región adyacente a las minas es muy pobre en agua pero existen algunas vertientes en sus cercanías. La más próximas es la de Los Marayes a tres kilómetros del establecimiento, de la que se sirvieron los ingleses instalando una
cañería sostenida por pilotes de piedra, cuyos restos pueden observarse todavía hoy.  El establecimiento metalúrgico de Hualilán fue uno de los más grandes de aquélla época, disponía de dos motores de más de 100 hp cada uno, que movían toda la maquinaria. La capacidad de la planta era variable pero llegó a procesar 200 toneladas por día. Las habitaciones de los directores de las empresas ostentaban cierto lujo considerando la ubicación de la mina, pero los
mineros ocupaban miserables pircas de piedra.  Aproximadamente a dos kilómetros del pique central hay otro grupo arquitectónico, también de piedra, pero notablemente menos elaborado. Se trata de la vieja cárcel construida y usada durante los años de las compañías inglesas. La construcción, abandonada desde entonces ha sido usada por puesteros nómades, que han techado un sector con troncos y ramas. El patio posterior de la antigua cárcel muestra claras señales de haber sido
utilizado como corral.
Todavía se encuentra a un costado de las ruinas todo el relave dejado por la explotación. A ese material residual, generalmente se le puede extraer mas oro en un segundo tratamiento con cianuro, y de hecho, se intentó en 1914 y posteriormente en 1987 por la compañía Rosa Amarilla.

Las minas de Hualilán fueron declaradas Patrimonio cultural. El proyecto de ley, aprobado por la
Cámara de Diputados, establece que
el paraje identificado como tal y todo lo existente en un área de 5 kilómetros alrededor del pique central de las minas es un bien integrante del patrimonio cultural y natural de San Juan. El área fue reducida notablemente a partir de una modificación de la ley original que consideraba como bien patrimonial un radio notablemente superior (de 20 kilómetros) alrededor de las ruinas inglesas. La posibilidad de futuras explotaciones en el yacimiento, movilizó a
eventuales inversores a solicitar que el área protegida sea menor. De todos modos, incluye a la vieja cárcel y a los restos de un asombroso asentamiento indígena que se encuentra precisamente a 5 kilómetros de las ruinas.  Se trata de un conjunto de habitaciones con muros de piedra de una altura promedio superior al metro, de doble hilera con relleno interior, unidas con barro. Las piedras están colocadas con la cara plana hacia fuera y trabadas en las esquinas. El lugar fue
aparentemente reutilizado en épocas posteriores, pero aún pueden identificarse las casas circulares de los aborígenes con clara influencia incaica, las puertas al naciente y enclavadas en el cerro fuera del peligro de crecientes estacionales. En medio de la nada, Hualilán sigue esperando una política que preserve éstos pedacitos de historia, los ponga en valor, los proteja del deterioro y del vandalismo, los incluya definitivamente en un proyecto que, igual que con las Ruinas de Hilario en Calingasta, contemple de ser necesaria una expropiación en nombre del patrimonio de todos los sanjuaninos

1 comentario:

  1. Hola, Arturo. No pude evitar notar que mencionas un cementerio. Me podrías decir donde queda?
    Yo he ido varias veces y encontré un cementerio con cruces de madera, al norte de esas ruinas, pero dudo que se trate del mismo.

    Saludos!

    ResponderBorrar

Dejá tu comentario.