Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén
rinde homenaje a Pérez Celis.
Este gran
artista plástico es, uno de los
artistas argentinos de mayor proyección internacional, con una restrospectiva
que abarca medio siglo de su trayectoria, a través de unos cincuenta trabajos,
entre óleos y esculturas. Están presentes en esta muestra algunos de los puntos
cardinales de su cuantiosa obra, los hitos de las diversas residencias que
habitó en la tierra, desde sus inicios hasta sus trabajos más recientes. Pérez
Celis nació en Buenos Aires en 1939. Ha tenido numerosas exhibiciones
individuales y colectivas en diversas partes del mundo: América Latina, Estados
Unidos, Canadá, Europa y Japón. Sus trabajos pueden apreciarse en importantes
colecciones privadas en galerías y Museos Nacionales e Internacionales. “Fue un
artista muy personal, que construyó una obra de carácter universal; fue un
caminante del mundo que captó con su arte la energía de cada zona. Su obra
tiene un espíritu de libertad”, dijo Oscar Smoljan, director del museo.
Por Oscar Smoljan, Director del Museo
Nacional de Bellas Artes Neuquén
El Museo
Nacional de Bellas Artes Neuquén rinde homenaje a Pérez Celis, uno de los
plásticos argentinos de mayor proyección internacional, pero a la vez de una
enorme popularidad puertas adentro de su propio país. Están presentes en esta
muestra algunos de los puntos cardinales de la cuantiosa obra de este
incansable creador, los hitos de las diversas residencias que habitó en la
tierra, desde sus inicios hasta sus trabajos más recientes. Cada una de estas
obras narra una etapa diferente en la profusa vida de este artista viajero y,
reunidas en esta colección, conforman un itinerario
que abarca su interminable
recorrido por la geografía del mundo, de la que el artista supo captar, como
pocos, la fuerza de la tierra que lo nutría, fuera la selva de rascacielos de
Manhattan o la brumosa melancolía de París, el inconmensurable silencio de la
Pampa o la inmensidad abismal de los Andes.
Artista
infatigable, militante permanente del trabajo, Pérez Celis prácticamente no
dejó soporte ni lenguaje por explorar. Así lo hizo desde sus primeros contactos
con el constructivismo montevideano hasta su descubrimiento de la abstracción
geométrica, religión a la que se entregó de muy joven tras asistir en el 61 a
una muestra histórica de Vassarely en el
MNBA porteño, pasando por sus experiencias figurativas de los años ochenta o el
gran porte de los murales, desafío que nunca esquivó tal y como lo confirman
las paredes de la Universidad de Belgrano o la fábrica Mercedes Benz de Tokio,
por citar sólo dos. Esta muestra de Pérez Celis, que cierra el calendario 2014
del museo y abre el de 2015, no registra antecedentes en nuestra región. A seis
años de su fallecimiento, estas obras visitan por primera vez la Patagonia, región que amó y en la cual enseñó gracias a ese último gran mecenas romántico del siglo pasado que se llamó Tilo Rajneri que lo sumó a las huestes de talentos de su Ciudad de las Artes de General Roca. Es un reconocimiento a un artista que, como pocos, llevó su obra a los pináculos artísticos del mundo sin perder en ningún momento sus raíces populares, sin perder de vista la brújula que lo llevaba de regreso al barrio. Muy pocos argentinos han tenido esa doble cualidad que Pérez Celis exhibió a lo largo de su vida, esa alquimia que funde el prestigio
internacional y la popularidad en partes iguales y que lo acompañó a lo largo de más de medio siglo de existencia creativa. Basta seguir el camino que siguieron las obras de este prolífico creador para comprender su presencia en el concierto del arte nacional e internacional.
Su personal
impronta, sus cuadros de vigorosos colores y geometrías amerindias, se pueden
admirar en el MoMA de Nueva York y en museos de Washington, Bogotá, Quito o San
José de Costa Rica, pero también la encontramos en el diseño de unas alfombras
de una legendaria fábrica
argentina, en los avisos publicitarios de los años
sesenta, en los muros del estadio de su amado Boca Juniors y hasta en
emblemáticos discos del rock nacional de la década del setenta que marcaron la
historia de esta música única. En todos estos mundos habita Pérez Celis.
Esa
multiplicidad es lo que le dio la fuerza y la vigencia que hoy lo traen a la
Patagonia. Siempre vivo, siempre presente, fiel a su estilo y a su pensamiento,
genio y figura.
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